El último sábado de septiembre fue el día elegido por la Federación Mundial de Personas Sordas (WFD) para conmemorar su Día Internacional. Una jornada en la que el colectivo trata de poner de relieve las múltiples barreras a las que debe hacer frente en su día a día, y que no han hecho más que aumentar a raíz de la pandemia.
Así lo explica Jesús Carlos Laiglesia Cativiela, responsable de Relaciones Internacionales de la Agrupación de Personas Sordas de Zaragoza y Aragón (ASZA). En España, una de cada 5.000 personas nace con discapacidad auditiva.
“La pandemia ha multiplicado nuestras barreras hasta límites insospechados”, admite Laiglesia. Durante un periodo en el que absolutamente todas las gestiones se han realizado a través de llamadas telefónicas, esta comunidad, que en Aragón supera las 12.000 personas según los datos que maneja la asociación, se ha visto completamente limitada. “Cosas tan simples como ir al médico o realizar cualquier gestión administrativa se han convertido en auténticas misiones imposibles”, explica.
La crisis sanitaria se convirtió en un auténtico problema, empezando por el simple hecho del uso de mascarilla. Situaciones cotidianas como asistir a clase, ir a comprar o realizar cualquier transacción se han convertido en auténticas aventuras. “La gente tenía miedo de retirarse la mascarilla, y las transparentes no estaban homologadas todavía. En algunos comercios te enseñaban el precio en la pantalla o te lo escribían en un papel. En los peores casos dabas un billete grande y esperabas las vueltas”, explica.