La formación reglada en hostelería, en cocina y en sala, no garantiza, ni mucho menos, que las promociones que salen sigan en este sector. Al menos, esa es la experiencia de Luis Carcas, de Casa Pedro. “En mi promoción, después de dos años en la escuela, al siguiente apenas un 10% estaba en la hostelería y esa, en general, es la sensación que tengo al hablar con otros compañeros”. A su juicio, “hay muchos jóvenes que empiezan a estudiar, se titulan, consiguen un trabajo y al poco tiempo se dan cuenta de que no era lo suyo”.
En buena medida, ese vacío o esa dificultad es la que busca llenar el contrato de formación en alternancia que sobre todo impulsa la Federación de Empresarios de Hostelería de Zaragoza (Horeca). Ni en este sector ni entre los jóvenes que pueden acceder a él es suficientemente conocido, así que nada mejor que acudir a la experiencia de sus protagonistas para mostrar las singularidades que tiene.
Los empresarios reciben beneficios en la Seguridad Social, también en el caso de pasar a indefinido. Para los jóvenes que optan al contrato de alternancia -con edades entre 18 y 29 años- implica una oportunidad de formarse mientras trabajan desde el primer día. En definitiva, encontrar una salida laboral que en su mano está decidir si continúan con ella o no.
Para acceder al contrato de alternancia hay unas condiciones y un proceso de selección que lleva a cabo el personal de Horeca (calle de Perpetuo Socorro, 11. 976 386 069 o 615 057 180). En su centro de formación se pueden consultar los detalles, pero lo dicho, lo más relevante es conocer cómo le ha ido a algunos trabajadores y establecimientos implicados.
Aivis Vladimir Sugrobov es un joven kazajo de 20 años que eligió Zaragoza “por amor”. Ha viajado por muchos países, pero la capital aragonesa le encanta. “Un amigo me habló de este contrato y fui a informarme”, comenta. Tras recibir el permiso de trabajo le dijeron que en el restaurante Casa Pedro podía tener una oportunidad, así que allí se presentó tres veces. “Mostró un gran interés -recuerdan los hermanos Luis y Javier Carcas-, pero siempre estábamos liados para atenderle hasta que al final lo consiguió”.
Aivis lleva tres meses trabajando como camarero y ha adquirido una gran soltura para defenderse en Casa Pedro, donde el protocolo y el nivel de exigencia son altos. “Lo que más cuentan son las ganas de aprender y de formarse -comenta Luis Carcas-, y Aivis se ha ganado a pulso que le hayamos dado esa responsabilidad; desde el primer momento vimos que, pese a su juventud, era muy maduro, serio y formal”.
Los hermanos Carcas comentan que conocen este contrato desde hace años, ya que con él empezó una joven trabajadora que llegó a tener una gran responsabilidad en la atención en sala, “aunque ahora ya no está con nosotros”.
Algo parecido sucede en La Clandestina, donde sus propietarios, Susana Casanova y Fernando Solanilla, son unos firmes defensores de esta modalidad contractual. Con ellos trabajan Mineilis Martín, en la cocina, y Miguel Ángel Gracia, en la sala. Los lunes y martes se forman en Horeca y de jueves a domingo están en el restaurante.
El contrato mínimo es de tres meses pero prorrogable hasta los dos años. Miguel Ángel se encuentra en un momento de prórroga y seguirá en La Clandestina. “No había trabajado en hostelería, pero estoy aprendiendo mucho -asegura-; no sé si en el futuro me enfocaré en este sector, pero ya tengo una profesión a la que recurrir”.
Susana comenta que la evolución de estos jóvenes “ha sido muy positiva” en poco tiempo. “Miguel Ángel era tímido cuando llegó -prosigue- y ahora se gobierna él solo las mesas, lo mismo que Mineilis, que ejecuta a la perfección los platos y las presentaciones”. Los dos explican que “la formación en clase nos sirve para resolver dudas y mejorar en nuestro día a día; se sientan las bases teóricas que luego ponemos en práctica en el restaurante”.
Susana y Fernando le tienen tanta fe al contrato de formación en alternancia, que en alguna ocasión han firmado una contratación indefinida. Y están encantados de haber dado ese paso. “Es la consecuencia lógica -apuntan-, ya que has invertido tiempo en enseñarles, si ves que todo está bien, lo normal es que continúen en la empresa”.
Fernando Solanilla recomienda este contrato a los hosteleros. “Complementa muy bien el trabajo real con la formación teórica que a nosotros no nos da tiempo a impartir, así que ya vienen con la mitad del trabajo hecho”.