unto a los proyectos de poblar de arbolado la nueva Zaragoza pospandemia, remodelar su asfalto y ensanchar plazas y vías públicas, se impone
revisar la Memoria Democrática de Aragón.
Agustina Simón, enfermera de requetés carlistas, o Pedro Lázaro, primer soldado raso del Ejército Nacional muerto en el barrio de Jesús, hijos son de sus circunstancias.
Carteles que los contextualicen en su época, en las que son sus calles, no es tan descabellado. Ejemplos similares, los profesores universitarios Gonzalo Calamita Álvarez y Miguel Allué Salvador, responsable de depuraciones; el militar franquista Santiago Lóriga o el arzobispo Domenech, por confundir cruzada con guerra civil. ¿No cometen erratas algunos catalanes?
Lo que ya suena a hueco es comparar ‘dictadura’ con «otro tipo de democracia» cubana. De ahí cambiar el nombre de la calle Che Guevara por el de Ana María Suárez -víctima del atentado yihadista en Cambrils-, y el parque homónimo por Teresa Perales.
Diputada del PAR en las Cortes de Aragón, 26 medallas paralímpicas, representante en el Comité Paralímpico Internacional, directora general de Dependencia, premio Princesa de Asturias de los Deportes… Teresa sabe ganar los corazones. Y hay otros paralímpicos que honran a Aragón: Javier Hernández, María Delgado, Jorge Cardona… o la pionera, todavía sin calle, Mari Paz Monserrat Blasco.
Voluntariosa y comprometida, amiga de sus amigos, abrió la puerta a muchos. Decenas de medallas, 6 en Barcelona 92, más de 140 títulos. Hija de militar, hermana de 15 hermanos y dama de la Corte de Honor de la Virgen del Pilar. «La natación se empezó a ver de otra manera y ella fue una de las precursoras. Cuando yo llegué, el camino ya estaba marcado gracias a su labor», comentaba Teresa.
Memoria y justicia no saben de creencia. Esto no es Bielorrusia ni Cuba ni la Roma de Nerón, que ganó todos los Juegos a base de zancadillas. Todo menos deporte.
Ana Peleteiro, David Valero, Rayderley Zapata, Maialen Chourraut, Teresa Portela, Adriana Cerezo, Pablo Carreño, Juan Cardona Méndez… aparte de los barceloneses Pau y Marc Gasol, podrían bautizar muchas de nuestras calles. Juguemos deportivamente.