2025, un año de oportunidades para la economía aragonesa; por Jorge Villarroya

miércoles, 1 de enero de 2025

El balance de 2024 deja claro que ha sido un año brillante para Aragón. Con un crecimiento económico que roza el 3%, la región ha destacado por su baja tasa de desempleo y una de las rentas per cápita más altas de España. Las exportaciones han mostrado solidez frente a desafíos globales como la inflación y los conflictos internacionales.

Por otro lado, los anuncios de inversiones que superan los 40.000 millones de euros han insuflado optimismo en el tejido empresarial y la sociedad aragonesa. Especialmente, la creación de una fábrica de baterías para la automoción que firmaron hace unos días Stellantis con la compañía china CATL, tendrá un impacto director tanto en el PIB como en el empleo.

Este éxito no es fruto de la casualidad. Es el resultado del esfuerzo conjunto de instituciones, empresarios y trabajadores, apoyados en las fortalezas logísticas y naturales de Aragón, como su ubicación estratégica y sus abundantes recursos. Elementos como el agua, el viento y el territorio han consolidado a la región como un destino atractivo para la inversión y el desarrollo empresarial.

Al proyectar hacia 2025, es fundamental no perder la perspectiva y mirar más allá de las grandes cifras y anuncios espectaculares. Aunque las previsiones apuntan a un crecimiento superior al 2%, persisten retos estructurales que frenan el potencial de la región. Entre ellos, la productividad se presenta como uno de los principales obstáculos. España sigue rezagada frente a la media europea, y Aragón, pese a ser la sexta región más productiva del país.

La reticencia para invertir en tiempos de incertidumbre ha limitado el avance tecnológico y la competitividad de las empresas. Además, algunas medidas, como la reducción de la jornada laboral, aunque bien intencionadas, han generado impactos adversos en términos de costes operativos y eficiencia, dificultando aún más la adaptación de las empresas al entorno global.

Precisamente, a nivel internacional, la incertidumbre ante los cambios geoestratégicos puede ser un elemento desestabilizador de la buena marcha de la economía aragonesa en el 2025. Sin embargo, ante las potenciales consecuencias del cambio en la política y el comercio exterior, también se producen movimientos que se convierten en nuevas oportunidades, como el acuerdo firmado entre la Unión Europea y Mercosur, que nos abre las puertas a un mercado de 750 millones de consumidores. Por otro lado, Europa lleva tiempo preparándose para reforzar su industria de defensa, ante la posibilidad de que EEUU deje de apoyar a la Organización del Atlántico Norte. Varias empresas aragonesas y pymes pueden ser proveedoras de una industria emergente que crece en Europa. 

Además, los últimos datos del aeropuerto de Zaragoza confirman que Aragón se ha convertido un punto clave en las rutas comerciales hacia Europa, ante el conflicto con Oriente Medio, lo que le sitúa como el segundo aeropuerto español en carga.  Mientras el temor a la crisis del automóvil en Europa se intensifica con la amenaza de los aranceles norteamericanos, en Zaragoza se anuncia la inversión de 4.100 millones realizada por Stallantis y la empresa china CATL para la creación de una fábrica de baterías eléctricas. 

Sin embargo, existen una serie de reformas que quedan por resolver. El año 2025 ofrece una oportunidad excepcional para fortalecer el tejido empresarial de Aragón. Con una inflación controlada en torno al 2,4% y unos tipos de interés bajos, el contexto económico favorece la inversión. Sin embargo, para capitalizar estas condiciones, es crucial enfrentar desafíos demográficos como el envejecimiento de la población y el desempleo estructural, que podrían convertirse en barreras para nuevas inversiones si no se garantiza la disponibilidad de talento cualificado.

A pesar de los logros recientes, existe el riesgo de que las grandes inversiones generen una falsa sensación de seguridad. Es imprescindible que estas iniciativas sirvan como motor para fortalecer las capacidades locales. Un ejemplo es la necesidad de soluciones integrales para la vivienda, un aspecto que será crítico para sostener el crecimiento económico a largo plazo.

La formación para el empleo se erige como una pieza clave. Es necesario potenciar las competencias de la fuerza laboral local y fomentar la integración de los inmigrantes, que representan una solución estratégica para las demandas del mercado laboral, tal como apunta un reciente informe de la Fundación Basilio Paraíso.

Se hace imprescindible un pacto nacional que priorice la formación y el empleo, aunque las tensiones políticas actuales hagan este objetivo complejo. Sin embargo, estas medidas son vitales para mantener la competitividad de Aragón y consolidar su papel como una de las regiones más dinámicas de España.

El futuro de Aragón dependerá de la capacidad de su sociedad para superar los desafíos con visión estratégica y resiliencia. La Cámara de Comercio de Zaragoza seguirá desempeñando un papel clave, apoyando a las empresas y fomentando un entorno favorable para el crecimiento.

En un mundo lleno de cambios y desafíos impredecibles, Aragón tiene la oportunidad de consolidarse como un ejemplo de desarrollo regional sostenible. Con esfuerzo y cooperación, 2025 puede convertirse en otro año de éxitos que refuercen la posición de la región en el panorama nacional e internacional.

*Jorge Villarroya es presidente de la Cámara de Comercio de Zaragoza. Es consejero delegado de la empresa familiar Industrias Químicas del Ebro (IQE)


Fuente: HOY ARAGÓN

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