La calidad de la política laboral debe medirse por la reducción del paro juvenil y del de larga duración
A un nuevo gobierno debería corresponderle una nueva política de empleo. La reforma laboral ha conseguido, bajando rentas y aumentando el empleo temporal, encarrilar el mercado en una tendencia general de paro a la baja. Pero eso, y los nuevos reponsables de la política económica deberían aceptarlo, ya no basta. El balance del paro de octubre repite lo que ya sabemos: aumenta la afiliación a la Seguridad Social (nada menos que en 101.335 personas), se confirma la tendencia general a la baja del desempleo en términos anuales, aunque durante el mes haya aumentado en 44.000 personas, y la temporalidad domina la contratación.
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