El alumnado con discapacidad o con algún tipo de necesidad ha ganado terreno en la Universidad de Zaragoza en los últimos años y, aunque su presencia quizás queda solapada ante la mayoría de estudiantes ordinarios, son más de 200 los jóvenes matriculados con estas características en el campus público. Un dato «impensable» hace cinco cursos.
La institución académica afianza así su apuesta por la inclusión al acoger en sus aulas a estudiantes con dislexia, con discapacidad física, auditiva, sensorial, visual o con problemas de salud mental. Entre estos últimos, hay universitarios con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), Trastorno por Déficit de Atención (TDA) o Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). «Además, hemos notado un aumento exponencial de los alumnos con Trastorno de la Conducta Alimentaria. Cuando están hospitalizados hacemos de nexo de unión para que les lleguen los apuntes y puedan seguir con la dinámica. Es importante para ellos para poder salir de la enfermedad», apunta a este diario Fernando Latorre, director de Oficina Universitaria de Atención a la Diversidad (OUAD). «Hemos evolucionado muchísimo, pero todavía quedan cosas por hacer», asegura.
Las cifras confirman que el interés del alumnado con discapacidad por cursar una carrera ha ido a más con los años. De hecho, en el curso 2016-2017 se hicieron 85 adaptaciones de la Evaluación de Acceso a la Universidad (Evau) para que este colectivo la pudiera realizar en plenas condiciones, mientras que en el 2020-2021 fueron 226 adaptaciones. Es decir, casi el triple de modificaciones en cuatro cursos.
«El profesor también tiene que ofrecer una enseñanza inclusiva si en su clase tiene a un alumno con necesidades. Ahí también vemos la evolución porque en el curso 2016-2017 emitimos 670 informes para favorecer cambios y el curso pasado fueron 1.601 informes», explica Latorre.
Estas adaptaciones, en cualquier caso, «no significan eliminar materia», sino adaptar las asignaturas a formatos o condiciones «óptimas» para los estudiantes. «Están en igualdad de condiciones respecto a sus compañeros, pero igual hay que entregarle los apuntes en braille si tiene una discapacidad visual, por ejemplo», matiza.
Las facultades más demandadas
El trabajo que hacen desde la OUAD para favorecer la enseñanza a estos estudiantes se ha convertido en un referente para los equipos directivos de los institutos que tienen jóvenes con discapacidad en Bachillerato. «Nos llaman para conocer las adaptaciones y poder, de alguna manera, practicar para que el día de la prueba el chico o la chica ya sepan hacer los exámenes», dice Latorre.
Las facultades de la Universidad de Zaragoza con más alumnos con discapacidad o necesidades son Filosofía y Letras, Educación, Economía y Empresa, Derecho, Ingeniería, Ciencias y Ciencias de la Salud. «Ellos, como todos los universitarios, buscan una salida al mercado laboral en igualdad y se forman para tener un puesto cualificado. En su caso, además, la discapacidad se convierte en una ventaja porque las empresas tienen la obligación de realizar contratos», detalla Latorre.
Además, el campus aragonés espera repetir este curso el Programa de Empoderamiento y Activación de las Personas con Discapacidad Intelectual, financiado por La Caixa y que cuenta con la colaboración de Plena Inclusión y Fundación Down. «El año pasado se formaron 10 estudiantes y 5 realizaron prácticas en la universidad porque el objetivo también es prepararles para optar a futuras oposiciones de puestos básicos en la institución», detalla Latorre.
Más allá de la formación pura y dura, la inclusión de este alumnado tiene consecuencias muy positivas en él. «En la mayoría de los casos, su autoestima aumenta exponencialmente y se ve muy reforzada. Se sienten integrados en una realidad en la que también pueden decir que fueron a la universidad. Además, comparten con otros compañeros actividades y espacios», añade.